Pedro tenía un número mágico. Su única generala fue de 2, dos veces había ganado a la quiniela con el 02 y dos pasiones motivaban la vida del jovén, el fútbol y los trenes. Vivía entre Flores y Caballito en una casa con dos pinos. Fanático de Ferrocarril Oeste y asiduo pasajero del Sarmiento, por necesidad y por placer. Dos décadas lo separaban con su viejo y un 2 de febrero en el paso a nivel a dos cuadras de su casa, su padre quedó dividido en dos partes. Pedro apenas tenía 2 años y 2 meses. Diariamente Pedro se levantaba a desayunar, previo paso por su sala de juegos donde solía divertirse con sus trenes Lima, Marklin y Frateschi. Sus preferidos eran el Marklin del Expreso de Oriente y el Sarmiento Eléctrico Lima. Todas las mañanas esperaba ansioso en la estación Flores y el motorman le abría la puerta para compartir unos mates y facturas que Pedro llevaba regularmente a cambio del privilegiado lugar. Ramón Gonzalez era su favorito, ya que le permitía tocar la bocina a cambio de las Bolas de Fraile de la panadería de la esquina de la estación. Solía hacer combinación con el subte en Plaza Miserere pero la sensación era distinta, la sensación de encierro lo oprimía y no le permitía disfrutar el viaje.
El día de su cumpleaños salío apurado de casa, saludo a la abuela Marta y a su madre. Caminó ansioso hasta la estación y esperó a Ramón en el andén con la bolsa de facturas en su brazo derecho. Pasaron 2 formaciones y a los 20 minutos llegó Ramón..luego del cordial saludo, y los primeros mates, Ramón le hizo el mejor regalo que Pedro había recibido en su vida. Cuando pasaron la estación Caballito le cedió su lugar. Pedro tomó el mando y emprendió la marcha hacía Once. Pasaron unos minutos hasta que el efecto de las bolas de fraile adulteradas hicieran efecto sobre Ramón. Pedro obvió todas las señales de su ruta y vengó la muerte de su padre, 19 años y diez meses atrás. 21 personas murieron con Pedro y 222 heridos fueron hospitalizados
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