martes, noviembre 22, 2005

Sueño consciente, en un bar escuchando una banda de tres tipos y una infartante mujer

La tarde caía a medida que el sol se ocultaba tras el cerro de San Bernardo. La ciudad de Salta oscurecía y la gente salía a disfrutar de la noche. Héctor se acomodó el sobretodo y cruzó la avenida tratando de no correr ni detener su marcha. Pasó el bar donde usualmente veía los partidos y se enteró que el clásico iba 0 a 0. Siguió caminando hacia el Norte tratando de esquivar las sillas del maxikiosco. A pocos metros en la remisería dos perros de la calle luchaban por un pedazo de carne que les habían regalado. Al cruzar Alsina, en la cuadra siguiente, casi se detiene a escuchar a un saxofonista que tocaba Your latest trick, bajó la miraba y contó 3 pesos con 25 en el estuche, sin detenerse metió la mano en el bolsillo del sobretodo negro y soltó una de 50 centavos....la escuchó chocar con el resto y supo que había sido cara....iba a tener una buena noche. Al pasar por la casa abandonada de mitad de cuadra extendió su mano izquierda y dejó rebotar sus dedos contra las rejas a medida que caminaba. Cuando su mano encontró la pared la retrajo y observó la tierra que había acumulado. Se limpió con la solapa izquierda y cruzó al Café de la esquina, donde la banda de los viernes estaba probando sonido. Al entrar, Héctor examinó el interior y contó una mesa desocupada a metros del escenario. Arrimó la silla y quedó equidistante entre la puerta, la barra y una mujer que supuso haría los coros, ya que contó tres micrófonos. Pidió un Dry Martini, encendió un cigarrillo y se quedó mirándola. Pelo rubio, lacio que apenas tocaba sus hombros y una musculosa negra insinuaba más de lo que ocultaba. Sus piernas eran delgadas y comenzaban casi al terminar una pequeña minifalda roja. A los cinco minutos arrancaron con un tema que conocía pero no recordaba su nombre, le venía a la mente Michael Jackson, pero no parecía de su estilo. El la miró a los ojos y ella le sostuvo la mirada hasta que sus ojos se dirigieron hacia la puerta. Héctor sintió el cambió de aire y decidió girar hacía su izquierda para evitar el encuentro. A su derecha escuchó el quebrar de la mesa y al terminar de girar su espada, desenvainada por debajo del sobretodo, había cumplido su orden. Al reencontrarse con los ojos de la rubia pasado los 360º de giro, notó su expresión de espanto y como la sangre había adornado de manera simpática y sesentosa su musculosa haciendo juego con su minifalda.

Nadia se acomodó el tapado de cuero ajustado y cruzó la avenida tratando de no correr ni detener su marcha. Pasó un bar y se sobresaltó con los gritos eufóricos que súbitamente coincidieron a su pasar. Siguió caminando hacia el Norte tratando de esquivar unas sillas de un maxikiosco. A pocos metros en una remisería un perro de la calle roía un hueso y gruñía al mismo tiempo que otro lo miraba relamiendo su boca. Al cruzar la calle Alsina, en la cuadra siguiente, se detuvo a escuchar a un saxofonista que tocaba Your latest trick, bajó la mirada y contó 3 pesos con 75 en el estuche, sonriendo dejó caer 1 peso....la escuchó chocar con el resto y supo que había sido seca....iba a tener un mal día. Aflojó un poco el cinto y al pasar por una casa abandonada a mitad de cuadra extendió su mano izquierda y dejó rebotar sus dedos contra las rejas a medida que caminaba. Cuando su mano encontró la pared, la retrajo y observó que la tierra que había acumulado no era tanto como esperaba. Se limpió con la solapa izquierda y llegó a un Café donde una banda estaba tocando Say, Say Say de Paul McCartney. Al entrar, Nadia examinó el interior y contó veinte mesas, todas ocupadas. A metros de la puerta, sentado en una mesa encontró un perfil más que conocido, evitó la mirada de una mujer que cantaba en el escenario, metió su mano derecha dentro del tapado, sacó su espada japonesa y descargó toda su ira sobre él. Su envión fue mas allá de lo esperado y maldijo no haber atacado en forma transversal, pero su puteada fue separada de su cuerpo a medida que su cabeza caía a los pies de la rubia teñida que no paraba de gritar

Etiquetas: