Mezcla de hacienda
Perla cortó el teléfono e inmediatamente llamó a su madre en Buenos Aires. Ella atendió con voz ronca y limpió su garganta para saludar, pero no pudo responder la pregunta de su hija..."Que querés que te lleve para el día de la Madre?" Habían pasado 5 años desde el último festejo en familia. Perla vivía en Bangla Desh y la última vez que se vieron fue cuando ella le mandó un pasaje para visitarla el año anterior. Tosió un par de veces y contestó que lo mejor sería una carta,....si total, seguro que el giro iba a ser el mismo que para las fiestas o su cumpleaños.
“No vieja!!”, aclaró Perla, “me salió una capacitación en Brasil y me escapo a Buenos Aires ese fin de semana”.
La emoción la superó y empezó a proyectar el encuentro y ambas coincidieron en que lo mejor sería hablar más tranquilas por la tarde porteña. Tocaron temas intrascendentes como usualmente hacían pero sus mentes viajaban en otro plano a pesar de cortar a los 10 minutos.
Perla abrió su msn y cambió su nick al de "Nos juntamos el 12/10 en Belgrano?" Por la tarde un par de amigos fueron organizando la fiesta de bienvenida y los posibles lugares para las empanadas de La Pacegna.
Miguel leyó el mail broadcasteado y organizó su viaje bimestral para esa fecha....y entre cucus y cucus, finalmente salió la pregunta..Y cuando nos vemos Chica? Convinieron en organizar una juntada grupal debido al escaso tiempo de estadía.
Hacía unos 3 años que no se veían y la ansiedad ayudó a que las semanas pasaran volando.
Miguel dobló la esquina de Virrey Loreto y al ver los edificios de ladrillos flasheó con viejos encuentros y desayunos dominicales. Aquel primer cumpleaños donde no conocía a nadie más que a la anfitriona. Algunos videos tirados en el sillón con una botella de Rincón Famoso en el piso de la alfombra. Un día del amigo donde luego se arrepintió de haber cancelado una cena en las cañitas con los compañeros de la Facultad y por supuesto la fiesta de despedida de ella donde volvió a encontrarse con aquellos desconocidos que no había encajado en la primera reunión mixta de amistades y terminó yéndose con la misma sensación de vacío.
Se detuvo frente a la puerta del edificio, acomodó el cuello de su camisa y tocó el timbre. No reconoció la voz pero igualmente se anunció.
Desde la puerta vio como el ascensor respondía al llamado y pensó en aquel departamento que tanto recordaba lleno de viejos desconocidos y suspiró como otras veces que el aburrimiento lo invadía.
El ascensor llegó a la Planta Baja y las puertas dejaron salir esa figura con la cual había soñado semanas atrás. Cabello largo y colorado, cutis transparente y una musculosa negra ajustada gracias a algunos kilos que aumentaron en forma proporcional a los años de estadía en el exterior. Un pantalón holgado que disimulaba discretamente ese desajuste lógico y unos zapatos que hacían juego con la tintura de su cabello.
Perla abrió la puerta y se perdieron en un interminable abrazo. Se tocaron y acariciaron como intentando recuperar el tiempo perdido. Cuando la armonía desapareció y ella intentó conducirlo hacia la puerta, Miguel se mantuvo firme y alcanzó a decir: "Dejame este momento egoísta, quiero mantenerlo y no compartirlo con la gente que te está esperando arriba...Yo solo vine a robarte este abrazo y volverme a casa”
Etiquetas: Sueños
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