Starsky y Hutch
El monitor cardíaco de la habitación seguía dando esperanzas a toda la famila que rodeaba su cama. Rodeado de sus seres queridos, Paco se encontraba ausente de toda emoción. Cuando me asomé por la puerta, no podía juntar esa imagen con la del tipo que me enseñó tantas cosas durante mi infancia. Gran amigo de mi viejo y compañero de aventuras quijotezcas que aún hoy me siguen acompañando.
El olor de la pieza era insoportablemente antisépctico, tanto que el simple mascar de un caramelo sugus de Ananá me devolvía a la vida terrenal. Aún no habían notado mi irrupción, cuando sentí un cambio en el aire del pasillo. Mi viejo, escondido tras la puerta me miraba como preguntanto el estado del cuarto. Lo abrazé y le sugerí que entrara un rato. Negó enfáticamente mi sugerencia y me dijo que el sabía lo que tenía que hacer. Se desabrochó la camisa escosesa, mostrando sus canas pectorales a un par de pacientes que caminaban por el pasillo, ayudados por bastones, entró a la habitación y Pacó se levantó de un salto....
Mirá como estoy amigo, Ya estoy bien!, le gritó parado sobre la cama, mientras se retiraba los cables adosados al pecho. Bajó de la cama, se abrazó con su amigo y se fueron al bar a tomar unas cervezas.
Sus hijos apenas cambiaron su postura contempladora al notar que la alarma del monitor había indicado que la hora había llegado...
Etiquetas: Sueños
